Dzogchen

Dzogchen, es el conocimiento de la condición real de un individuo. La palabra Dzogchen es tibetana y dzog significa el “estado auto-perfecto” y chen significa “total”. Este estado perfeccionado es nuestra potencialidad, nuestra verdadera naturaleza que está más allá de las palabras, los juicios o el análisis intelectual. Para poder descubrir nuestra potencialidad, tenemos las enseñanzas Dzogchen que existen tanto en el Budismo Tibetano como en el Bon, la tradición espiritual anterior al Budismo en el Tibet.
Las enseñanzas Dzogchen, también conocidas como Atiyoga, o el Yoga Primordial, constituyen un sendero íntegro para la realización de la verdadera condición de cada individuo, y se caracterizan por su enfoque directo ya que, en su esencia, no dependen de formas externas ni rituales.

Las enseñanzas Dzogchen muestran como cada uno de nosotros puede asumir la responsabilidad de nuestra propia situación en vez de mirar hacia fuera en busca de una solución, sea esta una persona, un estado, una institución o un sistema de creencias.

Por ello, el conocimiento de Dzogchen no es algo que podamos asumir o adoptar, es más bien algo que podemos descubrir mediante nuestra experiencia directa.
El primer paso en este sendero es recibir la introducción directa del estado de Dzogchen mediante la transmisión de un Maestro que lo ha realizado. Tras esta introducción, el estudiante descubre su verdadera naturaleza – y como integrar todos los fenómenos en ella – de manera experimental mediante las enseñanzas que una larga tradición de Maestros ha transmitido directamente de Maestro a estudiante en un linaje sin interrumpir desde Garab Dorje, el primer maestro Dzogchen, nacido unos 200 años antes de la era cristiana, hasta la actualidad.

Para más información general sobre Dzogchen los siguientes libros son de gran interés:

Dzogchen, el Estado de Autoperfección de Chögyal Namkhai Norbu (Ed La Llave)
El Cristal y la Vía de la Luz de Chögyal Namkhai Norbu (Ed Kairos)
Beyond Words – Dzogchen Made Simple de Julia Lawless and Judith Allan,
con introducción de Chögyal Namkhai Norbu (Ed Element de HarperCollins)

Cultiar aceptación carente de preocupación, apertura emocional sin meditación ni estrategias sin escondernos de nosotros mismos. El aquí y el ahora dando la bienvenida a la sensación de temor con nuestra simple apertura. Representa la caída de la máscara.

La base del ser, la mente pura original, la matriz universal, es la que da opción de que ocurran todas las cosas. Todo es perfecto tal como es. La materia es un símbolo de la energía.

No debemos esforzarnos a entrar en un estado superior que produciría una neurosis.

La meditación es una práctica que está más haya del esfuerzo, y debería dársele la importancia y cotinaniedad tal como la respiración, comida,

Es perder el tiempo en escudriñar nuestra cabeza en interpretar símbolos de estados potentes de meditación.

Naturales y espontáneos.

La meditación nos permite estar en el ahora. Deberíamos replantearnos que es realmente la meditación para poder dar paso a la iluminación. Ver o estar con Dios sería esa ilminación, que no consiste en la búsqueda, sino en el modo de ver. Ejemplo de analizar en profundidad, la música o una rosa. La búsqueda admite la carencia.

¿Existe Dios? El ateo comete el error de negarlo y el teísta comete el error de afirmarlo.

En cuanto a la perfección, ¿que ves ahí? (por dos palos) la respuesta será una T, lo que demuestra claramente nuestro condicionamiento.

Función, cooperar con lo inevitable. El conocimiento que conduce al amor.

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